El interés por las vitrinas, aparadores y exhibidores es fundamental para un comercio. La fachada y los elementos que se muestren deben reflejar rápidamente la razón de ser del negocio: orden, pulcritud, iluminación, colores, composición, armonía, mensajes escritos, imágenes, fondos, pedestales, etc.
Curiosamente, mientras visitaba un conocido centro comercial noté que una tienda que vende utensilios de cocina aún tenía un rotulado en su vidriera que decía: ¡Feliz navidad!... aunque falten apenas unos días para iniciar el mes de marzo. Al conversar con la encargada, me comentó que los vendedores de la tienda son responsables por la decoración de la vitrina y que no sabían cómo quitar el rotulado.
También me percaté que un local que vende ropa casual para adultos no tenía vidriera. Más bien, dos puertas tipo romanilla en color oscuro que apenas dejan entrever dos maniquíes con la ropa.
Una vitrina es como la portada de una revista. Si el cliente se siente atraído a ver algo que llame su atención, seguramente entrará en el local para buscar el artículo, chequear su precio o comprarlo. No hace falta exagerar con la cantidad de mercancía, más bien preocuparse por los detalles. Si se está vendiendo un set de envases de cocina, bien se pueden colocar alimentos de utilería, recrear un espacio similar o fotos relativas a la ocasión de consumo. Los habladores o carteles informativos no pueden faltar. Se puede indicar la cantidad de piezas del set, el material que se empleó en su fabricación, el país de origen y hasta una breve reseña de la marca si se trata de un aspecto relevante.
La próxima vez que vayan de compras fíjense en las vitrinas que más le gustaron y cuáles fueron los criterios que evaluaron. Muchas veces de forma inconsciente deambulamos por centros comerciales sin darnos cuenta qué nos impulsa a comprar o visitar una tienda.
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