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martes, 27 de marzo de 2012

El ritual del café y la comunicación interpersonal

El método de extracción del café (por filtración) se parece a la dinámica de las relaciones humanas. En primer lugar, seguimos los pasos de un proceso aprendido por ensayo y error, cumpliendo con una serie de preparativos hasta lograr obtener un resultado óptimo, preferiblemente en la menor cantidad de intentos posibles. En segundo lugar, podemos disfrutar el producto final o cambiarlo si éste no satisface nuestras expectativas. En tercer lugar, podemos cometer errores durante el proceso y alterar las consecuencias.

Por ejemplo, cuando hervimos el agua esperamos un rato pacientemente antes de apagar el fuego. En una conversación, escuchamos primero antes de emitir alguna opinión. Nos tomamos el tiempo para buscar las palabras adecuadas que expresen nuestros pensamientos. Luego, agregamos la medida de café indicada por los expertos barista (65 gr de café por cada litro de agua, preferiblemente de granos recién molidos), removemos y dejamos reposar. En las porciones adecuadas de agua y café no hay saturación, ni carencias.

Al momento de socializar, procuramos atinar las preguntas más relevantes y aproximarnos con respeto a las demás personas para ser acogidos e integrarnos al grupo. Es preciso saber cuándo guardar silencio, mirar al interlocutor, hablar pausadamente y evitar las polémicas para mantener un equilibrio en la conversación. Con prudencia y sentido común es posible sortear las situaciones incómodas en un diálogo.

Sabemos que cuando la mezcla de agua y café se filtra por el colador de tela obtendremos el resultado esperado: un guayoyo perfecto, y de esta manera también procedemos al intervenir en una tertulia. Procuramos que las ideas negativas se queden en el tamiz y sólo salgan de nuestros labios las palabras convenientes. No hay que colar dos veces la bebida, porque perderemos sus mejores propiedades. Tampoco debemos justificarnos o imponer nuestras percepciones, repitiendo varias veces las mismas frases o levantando la voz.


Una taza de palabras
Las virtudes son como los granos de café, hay gran variedad y se clasifican por sus atributos. De todas las virtudes, la discreción es el grano más preciado, porque deja el mejor sabor en la boca, su aroma se descubre en el primer encuentro y nos permite tomar decisiones (basados en la experiencia previa).
Cuando se dedique a compartir con los demás una taza de café considérelo un ritual y una oportunidad para socializar.

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